Injusticias sin disculpas.


Quiero contar una anécdota que me sucedió en el año 2003, y la verdad, lo pasé muy mal, sobre todo cuando se cometen injusticias y errores y no se piden disculpas.

En aquel año, trabajaba como vigilante de seguridad en las oficinas de la empresa que estaba construyendo la planta de gas en Mugardos, dichas oficinas estaban ubicadas en el Penedo.

Me había tocado el turno de mañana, que era desde las 06:00 hasta las 14:00 horas, a media mañana veo a la Guardia Civil en las puertas de las oficinas, donde me dicen si hubo algún problema, (creían que les había llamado yo), les dije que, que yo supiera no había pasado nada, en esto se asoma al balcón el ingeniero jefe de la obra, un tal Harold, y con su mal español, nos dice que los había llamado el, yo les abro la puerta, y los acompaño, cuando el ingeniero jefe, me prohíbe ir con ellos, siendo yo el responsable de seguridad del recinto y perplejo me quedo en la puerta.

No supe nada de lo que pasaba, hasta que salía la Guardia Civil, y les pregunto que era lo que había pasado, y me dicen que ha habido un robo de dinero en las oficinas, que esté tranquilo, que no creían que hubiera sido cosa de los vigilantes de seguridad, éramos cuatro, repartidos en tres turnos.

Me explicaron lo que había pasado, resulta que dentro de un armario de oficina había una caja fuerte, esta caja tenía una combinación, más una cerradura, que a su vez estaba dentro de ese armario que se cerraba con llave, y el dinero había faltado sin haber forzado absolutamente nada, y que por eso no desconfiaban de nosotros, que debería de haber sido alguien que disponía de llave o que hubiera hecho copias de las mismas.

A esto, me llaman por teléfono de la empresa, poniéndome a parir el encargado, que estaba sustituyendo al responsable de seguridad de la empresa, por estar este de vacaciones, y que porque no había avisado a la empresa de que hubiera llamado a la Guardia Civil, cosa que yo ni lo hice, ni lo sabía, hasta que se presentaron allí, tuvimos una conversación bastante desagradable, pero bueno eso no es lo que quiero contar.

La empresa nos llamó a los vigilantes, donde dimos nuestra versión, ninguno sabíamos de esa caja fuerte que estaba en las oficinas, no era un sitio donde solíamos estar. Y ahí quedó todo.

Y que es lo que pasó?, pues a la siguiente semana, me tocaba turno de noche, cuando entré de servicio, vi en el cajón de la mesa un cuadrante nuevo, y no estaba ni yo, ni dos compañeros, el cuarto acababa de entrar. Llamé al jefe de grupo, preguntando que había pasado, y me dice que nos habían echado de ese puesto, el ingeniero jefe no nos quería allí, o sea que desconfiaba de nosotros, y así de una día para otro, se nos echa de nuestro trabajo. A parte me dijo que no me preocupara, que me buscarían otro puesto para trabajar, pero que de momento no había ninguno, y que me tenía que ir para casa, y que ya me avisarían si salía algo, como así fue al cabo de mes y pico, que me mandaron a Somozas.

El quid de la cuestión es que quedamos como ladrones, ante ese ingeniero jefe, y me imagino que de otra gente. Yo tenía la tranquilidad que me había transmitido la Guardia Civil, por los motivos que expuse antes.

Ahora el disgusto, la impotencia y el cabreo que me produjo el comportamiento de ese ingeniero, y la forma con la cual me miró ese día, me marcó un poco, y eso que tenía algo de confianza con él, nos unía una afición común, el ciclismo, pues los fines de semana se acercaba a la casa donde estaban las oficinas, para coger la bici, que la tenía allí guardada y salir a rodar, y eso pues nos había unido algo.

A pesar de todo, eso no impidió, que desconfiara de mí y de mis compañeros, a pesar de las pesquisas de la Guardia Civil, y no dudó en echarnos, ni tan siquiera escucharme, pues quise hablar con él y ni me lo permitió.

Al cabo de un tiempo, me enteré quienes habían sido, y sabéis quienes fueran?, pues dos empleados de la empresa y compañeros de Harald, el ingeniero jefe, y creo que de la misma nacionalidad que él. La verdad que era una pareja extraña, pero esos fueron los que habían robado el dinero, por supuesto, según me dijeron, los echaron de la empresa, pero a mí, a nosotros, nadie nos pidió disculpas.

Creo que nos merecíamos esas disculpas, sobre todo del ingeniero jefe, el cual nunca lo volví a ver, ni falta que me hizo, porque si no, alguna palabra le hubiera dicho, por mucho que fuera el responsable de la construcción de la planta de gas de Mugardos.

Y eso que dicen que los nórdicos, son más educados y respetuosos que nosotros, los del sur de Europa, en fin……




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