A mi madre...

Son casi las seis de la mañana y aquí estoy vigilando el sueño de mi madre, hace un ratín que vine de su habitación tenía toda la cama deshecha y no sé bien a donde me decía que quería ir, mientras le hacía la cama y la tapaba nos mirábamos y le decía que mañana iríamos a ese sitio que quería ir.

Al volver a mi cama y pensando en esa mirada de mi madre me venían muchos recuerdos a mi mente, esos recuerdos que mi madre desgraciadamente ya no tiene, el maldito Alzheimer nos borra nuestros recuerdos, no nos deja recordar a nuestra familia, nuestros hijos, nuestros amigos, nuestra vida se borra de nuestra mente como cuando se borra un disco duro y todo lo almacenado en nuestro cerebro desaparece, nuestra es la misión de recordárselo todos los días aunque a los minutos le vuelvan a desaparecer, recordarle el amor que siempre sintió por sus hijos y que ahora apenas nos recuerda, pero aunque solo sea por un segundo que se acuerde habrá valido la pena y que seguro que en su profunda consciencia mi madre lo entiende y nos lo agradece, al menos quiero creer eso.

Nuestra vida está llena de recuerdos y que a medida que van pasando los años esos recuerdos se acentúan más y es que cuando hablamos más en pasado que en futuro es cuando de verdad nos estamos haciendo mayores.
En esos recuerdos siempre tendré presente a mi madre, una mujer que nos tuvo a mi hermano y a mi, nos cuidaba y nos protegía como la mejor madre del mundo, aunque a veces a nosotros no nos lo pareciera, pero una vez que se es padre o madre nos damos cuenta de lo equivocados que en ocasiones estamos como hijos.

Me vienen muchos recuerdos, muchas anécdotas las vividas con mi madre, (hago un alto para volver a tapar a mi madre y ponerle bien la ropa de la cama, en esta ocasión junto con mi mujer, persona muy importante y fundamental en el cuidado de mi madre, y que es para agradecérselo siempre, pues su preocupación por ella es constante y su cuidado es como si fuera su propia madre), por donde iba, ah si, recuerdos y anécdotas vividas con mi madre, yo al ser el mayor viví otro tipo de adolescencia que mi hermano, ni mejor ni peor, solo distinta, aunque ocho años no es mucho, pero si en aquellos años, mi hermano un poco más consentido, supongo que sería como en la mayoría de las casas con los pequeños, pero no por eso una peor educación.

Mi madre a parte de atender la casa, al marido y a los hijos, también trabajaba, disponía en casa de una habitación donde ella desempeñaba su trabajo que era el de modista, por cierto y siempre en opinión de sus clientas era muy buena modista.

Me acuerdo cuando mi madre me “obligaba” a fregar la cocina, el suelo, los cacharros como decíamos y lo que nunca se me olvida era como había que darle fuerte con el estropajo a los quemadores del gas de la cocina, brillaban como los chorros del oro, jajaja, y con unos once, doce, trece años, luego ya me dejaba bajar a la calle y también me caía alguna pesetilla.
Mi hermano si que se libró de esto, jeje, una de las cosas que tenia “envidia” de mi hermano es que nunca me dejó poner pantalón largo hasta ya cumplidos los trece, en cambio a mi hermano ya si le dejaba los pantalones largos y más en invierno.

Uno de los instrumentos sancionadores que había en mi casa era la zapatilla, ufff, la probé muuuchas veces, sinceramente cuando mi madre la usaba era porque lo merecía y no tengo ninguna duda de que así era, además creo que en aquellos tiempos en todas las casas había una, ejemplos, cuando “palmábamos” a clase, cuando llegábamos a casa a la hora que nos daba la gana, malas notas, etc…y que todos sabéis a lo que me refiero.
Pero en líneas generales y a pesar de los problemas que en mi casa hubo y que no vienen a cuento ahora, nuestra infancia, la de mi hermano y la mía, fue una infancia feliz, y de eso se encargó mi madre y sin olvidarme nunca de mis abuelos maternos, pieza fundamental y de una grandísima importancia en la vida de mi hermano y mía.

Mi infancia se terminó “digamos” bastante pronto, a los catorce años empecé a trabajar de camarero en el Hotel Almirante de Ferrol y con el consiguiente disgusto de mi madre pero respetó mi decisión y por supuesto me apoyó, me acuerdo y a mi hermano siempre le hace gracia cuando hablamos de ello, y es que mi sueldo se lo tenía que dar a mi madre, yo me quejaba evidentemente, eso se extendió también en mi segundo trabajo y luego cuando entré de voluntario en la marina, (te acuerdas mamá cuando quise dejar la marina, el disgusto que te llevaras, evidentemente tenías miedo de mi futuro si me iba, menos mal que con tu insistencia te hice caso y no me fui y creo o eso pienso que fue una muy acertada decisión), a los dieciséis años siguió prácticamente hasta casarme, ahora bien, ese dinero mi madre me lo metía todos los meses en el banco y luego para salir yo por ahí me daba ella del suyo, nunca tocó mi dinero para nada, menos mal que siempre había trampillas para sisar un poco, jajaja, sobre todo la época de camarero con las propinas, y es que en aquellos tiempos, (1972), se ganaba más en propinas que en sueldo, así era mi madre, ese dinero que mi madre había ahorrado por mí me lo dio una vez que me casé y me independicé, pues los dos primeros meses de casado vivimos en casa de mis padres.

Sabéis cuando empecé a fumar delante de ella, pues ya estaba casado y fuera en una comida familiar, a mi madre no le gustaba que fumara delante de ella, al igual que no le gustaba que dijera tacos o que hablara en gallego, aunque esto último era fruto de la educación que tuvimos en aquellos años, hoy impensable.
Y el ir a misa….todos los Domingos tenía que ir a misa, y aquellas duraban ehh, no como las de hoy, jajaja, hasta monaguillo fui en la iglesia del Pilar.

Ahora estoy observando a mi madre por la cámara que tengo puesta en su habitación y está de parrafada, con alguien estará de chachara en su mundo, a pesar de su enfermedad creo que mi madre es feliz, ella no sabrá quién es ella, quienes son sus hijos, sus nueras, sus nietos, sus biznietos, su familia….pero todos nosotros, su familia, nos encargaremos todos los días de su vida de decirle quien es….. y quienes somos….

Habría mucho que contar, pero me extendería mucho, pero todos los recuerdos que tengo de mi madre, todos son buenos, y aunque no lo fueran, que no es el caso, yo los recordaría siempre buenos, simplemente porque es mi madre.
Mamá, te queremos, siempre hemos estado contigo y en estos momentos tan difíciles para ti lo seguiremos estando como no podía ser de otra manera.

Tus hijos, tus nueras, tus nietos, tus biznietos, siempre estaremos contigo y el día que nos faltes siempre estarás en nuestros corazones y en nuestras vidas.
Hoy, esta noche, esa mirada, me ha hecho que te reconociera públicamente lo buena madre que has sido y eres para mi hermano y para mi.

Te queremos mamá.

Por todas las madres y padres que sufren esta terrible enfermedad que hace que se nos borre lo más preciado de nuestra vida.




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