Necesarios o imprescindibles.


¿Necesarios o imprescindibles?, e aquí dos palabras donde la gente solemos en muchas ocasiones confundirlas.
Pero, ¿por qué?, en ocasiones las personas mismas se auto valoran mucho y eso les hace caer en el error de creerse imprescindibles y que si no están pues lo que haya que hacer, sin ellos no se podría realizar o al menos no lo bien que si ellos estuvieran y aún encima pensando que si me voy esto o aquello se irá al tacho, como se suele decir, cuan equivocado se está.
Otro motivo es que personas, ya sea de una sociedad, de un grupo, de lo que sea, tengan la mala costumbre de decir a otras personas, frases como, si te vas esto dejará de funcionar, si lo dejas esto se viene abajo, sin ti esto no sería nada, cuando lo dejes lo dejaremos nosotros también, etc…, etc…, decir frases como estas no son positivas, y además pueden crear en la persona a las que van dirigidas y si ésta aún encima no tiene una personalidad muy definida pues que al final termine creyéndoselo y empiece a auto valorarse más de lo que debería y ahí empezaría a confundir las dos palabras para con su persona.
Alabar y reconocer el trabajo bien hecho de una persona o personas es bueno, justo y necesario, con sus defectos y con sus virtudes, pero no hasta los extremos donde hacer creer a esa persona que si ella no estuviera no se podría hacer tal o cual cosa, no es al menos desde mi punto de vista lo más adecuado ni lo más prudente ni hasta real.
Todos somos necesarios, cada uno en nuestra parcela, formando un equipo de trabajo que nos conduzca a la meta, que no es otra que las cosas bien hechas o al menos intentar que todo salga lo mejor posible, pero esto no quiere decir que se llegue al punto de que seamos o nos creamos imprescindibles.
Hay una frase muy popular y que desde luego para mí con mucha razón, nadie es imprescindible, pero todos somos necesarios, parecidas pero no iguales.
Os pongo una fábula, con mucha razón, al menos para mi y que la extraigo de la página de Facebook de Cav Empresas, espero que os guste.

Nadie es imprescindible pero todos somos necesarios.

La siguiente fábula nos demuestra la verdad de esta afirmación.

Esperamos que disfrutéis del cuento.

El cuento de las herramientas.

En un pequeño pueblo, existía una diminuta carpintería famosa por los muebles que allí se fabricaban. Cierto día las herramientas decidieron reunirse en asamblea para dirimir sus diferencias. Una vez estuvieron todas reunidas, el martillo, en su calidad de presidente tomó la palabra.

-Queridos compañeros, ya estamos constituidos en asamblea. ¿Cuál es el problema?

-Tienes que dimitir- exclamaron muchas voces.

-¿Cuál es la razón? – inquirió el martillo.

-¡Haces demasiado ruido!- se oyó al fondo de la sala, al tiempo que las demás afirmaban con sus gestos. -Además -agregó otra herramienta-, te pasas el día golpeando todo.

El martillo se sintió triste y frustrado. Está bien, me iré si eso es lo que queréis. ¿Quién se propone como presidente?

-Yo, se autoproclamó el tornillo-

-De eso nada -gritaron varias herramientas- Sólo sirves si das muchas vueltas y eso nos retrasa todo.

-Seré yo -exclamó la lija-

-¡Jamás!-protestó la mayoría-. Eres muy áspera y siempre tienes fricciones con los demás.

-¡Yo seré el próximo presidente! -anunció el metro.

-De ninguna manera, te pasas el día midiendo a los demás como si tus medidas fueran las únicas válidas – dijo una pequeña herramienta.

En esa discusión estaban enfrascados cuando entró el carpintero y se puso a trabajar. Utilizó todas y cada una de las herramientas en el momento oportuno. Después de unas horas de trabajo, los trozos de madera apilados en el suelo fueron convertidos en un precioso mueble listo para entregar al cliente. El carpintero se levantó, observó el mueble y sonrió al ver lo bien que había quedado. Se quitó el delantal de trabajo y salió de la carpintería.

De inmediato la Asamblea volvió a reunirse y el alicate tomo la palabra: "Queridos compañeros, es evidente que todos tenemos defectos pero acabamos de ver que nuestras cualidades hacen posible que se puedan hacer muebles tan maravillosos como éste". Las herramientas se miraron unas a otras sin decir nada y el alicate continuó: "son nuestras cualidades y no nuestros defectos las que nos hacen valiosas. El martillo es fuerte y eso nos hace unir muchas piezas. El tornillo también une y da fuerza allí donde no actúa el martillo. La lija lima aquello que es áspero y pule la superficie. El metro es preciso y exacto, nos permite no equivocar las medidas que nos han encargado. Y así podría continuar con cada una de vosotras.

Después de aquellas palabras todas las herramientas se dieron cuenta que sólo el trabajo en equipo les hacía realmente útiles y que debían de fijarse en las virtudes de cada una para conseguir el éxito.

Espero que os gustara este pequeño relato. Forma parte de un libro de Juan Mateo titulado "Cuentos que mi jefe nunca me contó" donde señala como una de las premisas para trabajar en equipo es tener la sensatez de admitir que no hay nadie perfecto y una alta vocación de servicio.

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